En los últimos ocho años, los Cursos Masivos Abiertos en Línea (MOOC) despertaron profundo interés en las universidades. Incluso hubo quienes llegaron a identificarlos con el futuro de la Educación Superior. Sus impulsores pusieron énfasis en el potencial que se abría para utilizar cursos virtuales como lugares en los cuales se exponga y se construya conocimiento, con aportes de participantes conectados entre sí en este nuevo espacio. Así, la función del o de los especialistas que diseñaran y abrieran al mundo cada uno de estos cursos, sería la de crear las condiciones para que muchas personas, provenientes de culturas y contextos diferentes, enriquecieran con sus participaciones a sus compañeros remotos. Esta es una idea apologética en la que las sinergias logradas por la interacción de actores diferentes entre sí, en un espacio virtual, se proyectan al futuro como motores de un cambio radical.
Estas concepciones surgieron en el contexto posmoderno, en el marco de la globalización de las relaciones sociales. Desafiaban las formas de enseñanza rígidas basadas en clases magistrales, en las que el discurso unidireccional del profesor y la presencialidad de las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa limitaban el aprovechamiento de la riqueza de la interculturalidad que, cada vez más, facilitan las nuevas tecnologías digitales.
Varios de sus logros fueron contundentes. Decenas de miles de personas acceden a cada uno de los cientos de MOOC que se realizan en el mundo, llegando a tener algún grado de participación en los foros y demás espacios participativos del curso. Incluso, muchos obtienen alguna certificación luego de aprobar exámenes en línea.
Los MOOC son una de las innovaciones más destacadas entre las ofrecidas en el sistema educativo internacional de los últimos años desde el punto de vista de las reflexiones pedagógicas y políticas que desató. Además de la masividad que vienen teniendo las inscripciones, su mayor mérito fue la reflexión y el debate que produjo sobre el rumbo que debía tomar la educación del siglo XXI. Hay que agregar que algunos MOOC son de muy buena calidad. Presentan materiales dignos de un sistema educativo relevante en los nuevos tiempos. Suelen ser sumamente útiles, estéticos y dinámicos. Muchos están elaborados de manera inteligente, combinando medios diversos para la enseñanza y divulgando conocimientos importantes y profundos. Ponen en evidencia la emergencia de un nuevo paradigma educativo en la educación superior, que da cuenta de cambios globales que se producen en todos los niveles sociales.
En la sociedad actual,el acceso a la información es muy desigual y configura uno de los factores de mayor relevancia para mejorar las condiciones de vida y el desarrollo de los países. El aumento del desarrollo de MOOC en instituciones educativas se encuadra de una variada gama de esfuerzos que constituyen una tendencia más general a abrir el acceso a la información. Forman parte de esa tendencia la creación de repositorios de información científica y tecnológica. Desde este punto de vista, los MOOC consisten en poner información significativa al alcance de toda la población, con el agregado de algunos recursos didácticos estandarizados y eventualmente de un tutor que responde preguntas, para que cada quien le de el uso que crea más útil, si tiene las capacidades requeridas para usarla. Para algunos usuarios los MOOC son ideales; especialmente si su problema fundamental es la falta de acceso a mucha información a un bajo costo y si quieren interactuar en relación al tema específico con los demás participantes, que tal vez, pueden aportar miradas y experiencias que complementen la suya.
Probablemente, el hecho más irrefutable sobre los MOOC consiste en la masividad que alcanzaron. Conjugan la masividad potencial de cada curso con un número enorme y creciente de cursos, que tienen tanto alcance geográfico como el de la web; es decir, el mundo entero. En cambio, puede generar ilusiones exageradas la aspiración a acceder a una cantidad infinita de información y de procesarla individual y colectivamente dentro de estos cursos, que son algunos de los móviles que dan dinamismo al fenómeno de los MOOC. Solo pensar que si destinamos mucho tiempo a recibir información perdemos tiempo para pensarla, procesarla y, peor aún, para actuar a partir de su utilización práctica, rebate tal optimismo. Sus fortalezas y sus debilidades residen en llevar a la máxima expresión la idea de una sociedad y una educación global. Aunque, en la realidad, no es todo tan lineal y sencillo. La globalización es profundamente contradictoria. A la vez, impulsa y bloquea capacidades individuales y sociales.
Estos cursos hacen aportes útiles para quienes ya desarrollaron capacidades para explotarlos; pero no resuelven, ni siquiera enfocan, los problemas más urgentes y profundos de la educación, incluso de la Superior. No parecen ser el camino adecuado para mejorar el dictado de las asignaturas de grado universitario. En cambio, es altamente recomendable participar de este tipo de cursos, ya sea por iniciativa propia inducido y orientados en el marco de las asignaturas de las carreras universitarias u otras instancias de la educación formal. Los MOOC pueden ser muy valiosos como cursos de extensión universitaria, lo que les daría visibilidad internacional y abriría las puertas de las universidades a una cantidad de personas inalcanzable por medio de cursos presenciales. También pueden ser un instrumento de trabajo dentro de cursos cerrados de asignaturas de carreras de grado y posgrado.
A la luz de los resultados obtenidos por los primeros MOOC, surgieron otras iniciativas que, sin renunciar las aspiraciones de una educación abierta, participativa y masiva, aspiran a fortalecer el rol del docente, aumentar la interacción dentro del curso, acercar la propuesta educativa a las necesidades de los estudiantes, entre otros objetivos. Entre las alternativas destacan un par que fueron expuestas en el seminario que inspiró la producción de este libro. Se trata de los COOL (Aprendizaje Abierto, en Línea y Colaborativo) de la Universidad de Guadalajara, México, presentados por María Elena Chan, y de los MOOC adaptativos de Miguel Zapata, de la Universidad de Murcia, España.
Este libro es producto del “Primer Seminario MOOC: posibilidades y límites para la educación superior”, organizado por el Programa de Educación no presencial “Universidad Virtual de Quilmes” en mayo de 2015. El seminario fue dictado por María Elena Chan y Miguel Zapata, quienes nos ayudaron a entender la complejidad del fenómeno de los MOOC y nos ofrecieron alternativas pedagógicas para reflexionar cómo mejorar nuestra experiencia. La obra, además, es enriquecida con los debates ocurridos en el marco de ese Seminario y de las reflexiones de Walter Campi, Ana Rúa, Paola Dellepiane y María Ximena Pérez, quienes nos aportaron la mirada de los expertos que nos visitaron, proponiendo puntos de vistas complementarios.
El punto de partida para discutir la educación universitaria debe ser la realidad del sistema en la actualidad. En ese sentido, la búsqueda de alternativas a los MOOC debe incluir, necesariamente, una definición sobre la figura del docente, que viene siendo clave. Precisamente, uno de los cambios significativos que proponen los MOOC está dado en el rol del docente. Ellos tienden a aprovechar los beneficios de la apertura del acceso a la información, aunque se reduce la intervención del docente en la enseñanza. El especialista que desarrolla el contenido de un MOOC presenta de manera ordenada información relevante e invita a la reflexión, ejercitación y demás procesos que coadyuven a la comprensión de la información brindada. En este sentido, ¿puede decirse que constituye un aprendizaje sin enseñanza? Probablemente esa expresión resulte exagerada pero, aun así, el rol del docente pasa a ser más pasivo.
La función tradicional del docente no consiste solamente en brindar información, sino en tratar de apoyar a los estudiantes para que le den el mejor y mayor uso posible a la información disponible, a través de un diálogo con la activa participación de la comunidad educativa. En ese sentido, las acciones que venimos realizando en la Universidad Nacional de Quilmes, entre la que se encuentra este libro, aspiran a asimilar las enseñanzas de los MOOC y de las experiencias cercanas para fortalecer un proceso de apertura del sistema universitario, sin renuncia a los principios que nos rigen en torno a la calidad y a la inclusión social.
Desde esta universidad tratamos de formar graduados para un mundo de cambio permanente. En ese mundo lo más útil que puede poseer una persona son bases sólidas para asimilar conocimientos nuevos a lo largo de toda su vida. Por eso, la UNQ puso énfasis en fortalecer la capacidad de nuestros estudiantes para apropiarse de las tecnologías con las que construirán el futuro. Pero esa relación entre la tecnología y el estudiante no es más importante que la que éste tiene con su docente. La docencia sigue ocupando un lugar central en el proceso de enseñanza. Hoy, los nuevos requerimientos en el campo laboral y los principios pedagógicos más avanzados siguen una misma tendencia. Y será cada vez más evidente que, para consolidar y profundizar el progreso en todos los ámbitos de la sociedad, hay que aplicar los criterios centrales de la pedagogía moderna y de los docentes más innovadores.
Ideas de Educación Virtual pretende reflejar una experiencia educativa innovadora que despertó generalizadas críticas en sus comienzos, que paulatinamente se fueron convirtiendo en elogios y hoy, cada vez más, de una u otra forma, va penetrando a todas las universidades del mundo. La tendencia histórica va en la dirección en la que estamos.
Invitamos a todos los docentes comprometidos con la problemática de la educación virtual a proponer sus trabajos para la publicación. Esta Serie es del conjunto de quienes se comprometen con ella; un espacio donde se expone un producto colectivo y una construcción social, donde las ideas son de todos.
* Director de la colección Ideas de Educación Virtual y Secretario de Educación Virtual de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)