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III. Instituciones universitarias en tiempos digitales: desafíos, problemas y alternativas institucionales

Marta Mena

Son muchos los desafíos, problemas y alternativas que estos tiempos digitales nos plantean. Estamos transitando una época de mudanza, una época de cambios. Estamos avanzando en este proceso de pasaje de la sociedad industrial a la sociedad de la información y del conocimiento, asumiendo que abandonamos la sociedad industrial, basada en los estándares de producción industrial en serie. Estamos ingresando a una nueva sociedad que sustenta una importante valoración de la información y el conocimiento. En ella, cada persona u organización no sólo dispone de sus propios conocimientos, sino que tiene también una capacidad casi ilimitada para acceder a la información generada por los demás y el potencial de convertirse en un generador de información para otros. Esta sociedad a la que estamos accediendo y construyendo al mismo tiempo, nos desafía cada día tanto a los docentes en la universidad como a las instituciones universitarias mismas.

Según Manuel Castells (2006, 2005) esta es una sociedad en la que las condiciones de generación de conocimiento y procesamiento de la información han sido sustancialmente alteradas por una revolución tecnológica centrada en el procesamiento de la información, en la generación de conocimiento y en las tecnologías de la información. Y agrega que esto ha generado una nueva estructura social: la sociedad red, una nueva economía, la economía global y, por último una nueva cultura: la cultura de la virtualidad real.

Esa nueva cultura de la que habla Castells, que conlleva una serie de nuevos conocimientos, nuevas formas de ver el mundo, nuevas técnicas, pautas de comportamiento y el uso de nuevos instrumentos y lenguajes, está intentando permear profundamente nuestras instituciones universitarias, generando nuevos desafíos y problemas que deben enfrentarse. Al mismo tiempo, está produciendo interesantes alternativas institucionales para sumarse al cambio.

Ante este panorama es evidente que se requiere de una urgente toma de posición. Ya no podemos ver el mundo de la misma manera que lo mirábamos en la sociedad industrial. Si las condiciones de vida y de funcionamiento, no sólo industrial sino también cultural e institucional, han cambiado profundamente, si la vida diaria en los hogares, oficinas, fábricas, comercios y estructuras gubernamentales están impregnadas de estas nuevas lógicas, lenguajes e instrumentos, está claro que la universidad no puede ignorarlos. Al igual que la ciudadanía toda, la institución universitaria está siendo permeada por la nueva sociedad que le exige, no sólo un profundo análisis de sus características y propuestas para interpretarla más acabadamente, sino también una activa integración a la misma. Están soplando fuertes vientos de cambio. Habrá que ver si estamos dispuestos a izar las velas para enfrentarlos y avanzar o a amarrar la nave en puerto, en busca de mayor seguridad.

Desafíos

Muchos son los desafíos que nuestras instituciones universitarias deben enfrentar en relación con los cambios descritos en estos tiempos digitales. Desde su incipiente aparición a fines de los ´90, venimos señalando y alertando acerca de algunos de ellos, que aún persisten, y constituyen la primera línea de preocupaciones y desafíos que la introducción de las TIC, como imperativo de la época, produce en las instituciones educativas de todos los niveles. Me refiero, por ejemplo, tanto al horizonte inclusivo que prevemos con su utilización, como a la posibilidad de exclusión que los nuevos modelos con uso intensivo de tecnología podrían producir.

Además del gran desafío de la inclusión educativa, estos tiempos nos plantean la imperiosa necesidad de cuidar también de manera especial la calidad y la pertinencia de nuestra oferta académica para poder realizar una verdadera inclusión democrática. El temor latente de no poder superar esos desafíos, desata aún grandes debates en nuestras instituciones y ríos de tinta en los ámbitos de gestión y de investigación relacionados con estos modelos. Por ello, y por la profunda significación social que encierran, los desafíos de inclusión, calidad y pertinencia creo que son, aún hoy, los más fuertes compromisos que enfrentamos y que no deberíamos perder de vista.

Hechas las aclaraciones pertinentes acerca del valor y actualidad de los clásicos desafíos frente a la virtualidad, quisiera introducir algunas nuevas preocupaciones que creo deberán sumar las instituciones universitarias, no sólo para comprender más acabadamente estos tiempos digitales, sino básicamente para un mejor posicionamiento en la sociedad de la información y el conocimiento. Digo mejor posicionamiento y no supervivencia como muchos piensan, porque creo que la Universidad ha dado muestras a lo largo de su historia de una importante resiliencia.

La primera situación que considero desafiante en este momento, es el surgimiento, en forma permanente y paralela a las universidades convencionales, de espacios alternativos de información, creación y difusión de nuevas ideas que tienen una gran repercusión social, desarrollan algún aspecto central de la nueva sociedad y convocan y reúnen a destacados expertos, talentos, emprendedores y mentes creativas que producen y hacen circular ideas. Lo significativo de estos espacios, que interpelan fuertemente a la universidad, es que surgen fuera de ella, en principio no tienen contacto con ella, y parecen responder, y de hecho muchos de ellos lo hacen, a las características exactas de la sociedad de la información y del conocimiento, de modo que encajan de manera perfecta en esta sociedad y en estos vientos de cambio que venimos apreciando. Algunos de estos espacios alternativos por los que parecen estar circulando hoy las nuevas ideas y las últimas corrientes de innovación son, por ejemplo, los TED, algunos Consorcios como COURSERA y proyectos como Minerva University.

En primer lugar me referiré al fenómeno TED (del acrónimo en inglés que significa: Tecnología, Entretenimiento, Diseño) que es una organización sin fines de lucro que se dedica a diseminar “ideas dignas de difundir”. Esas ideas provienen principalmente de las ciencias, arte, diseño, política, educación, cultura, negocios, tecnología, desarrollo y entretenimiento. Las charlas TED se encuentran disponibles en el sitio web de TED, en YouTube y en iTunes. Hay miles de charlas TED disponibles en varios idiomas y millones de reproducciones de las mismas.

En el año 2009, el programa se amplía y se crea TEDx para la realización de eventos locales organizados en forma independiente. De esta manera se han expandido en todo el mundo. De hecho, todos hemos sido testigos, en los últimos tiempos, de cómo la promoción, descripción y reproducción de los videos producidos bajo esta denominación se han viralizado en diferentes espacios de la sociedad con el apoyo de los medios de difusión y de las redes sociales. La universidad no ha permanecido al margen de este fenómeno ya que gran cantidad de docentes utilizan estos videos en sus clases como Recursos Educativos Abiertos, tanto en el sistema presencial como a distancia.

Por momentos y en algunos círculos se habla de “Tedificación” de la educación superior aludiendo, por un lado, al entusiasmo de alumnos y docentes por las temáticas desarrolladas y por el estilo de comunicación utilizado y, por el otro, a la intención de los docentes de copiar los criterios que utilizan los entrenadores de los expositores TED para mejorar sus capacidades oratorias. Es aquí donde podemos advertir que el fenómeno no consiste sólo en difundir buenas ideas e información innovadora, sino que trae consigo un modelo de comunicación muy efectivo para las charlas y los videos, aunque no necesariamente para la formación de la docencia universitaria. La enseñanza universitaria está intentando despegarse de una larga tradición transmisora para encarar una relación pedagógica centrada en la interacción y la interactividad, con un alumno activo constructor de sus aprendizajes. Para ello, se requiere más que un docente buen orador: un docente capaz de generar escenarios que promuevan en el alumno aprendizajes efectivos.

Estas apreciaciones sobre los TED no intentan ni desacreditar ni negar su eficacia en los ámbitos naturales de su surgimiento y desarrollo. Por el contrario, la increíble movilización que se produce en sus presentaciones presenciales, los millones de reproducciones en su sitio web y las incontables utilizaciones de los videos en los ámbitos más diversos, muestran la aceptación y valoración social de los mismos. Lo que estamos analizando es su impacto en las instituciones universitarias y la interpelación que ese impacto implica en una institución milenaria que sin duda requiere renovación y reconfiguración estructural para integrarse a los nuevos tiempos Rama (2011); Tubella y Gros (2010). En fin, creo que la Universidad no puede ignorar ni aceptar acríticamente la instalación de nuevos modelos sin antes realizar un análisis de los mismos y el debate necesario al interior de su comunidad universitaria.

El otro fenómeno masivo que impactó fuertemente en la vida universitaria en los últimos años han sido los MOOC (del acrónimo en inglés Massive, open, online courses: Cursos masivos, abiertos y en línea) que fueron originalmente propuestos y difundidos fuertemente por consorcios no pertenecientes a universidades. Los MOOC tuvieron su año de estrellato en 2012, desatando una carrera en las universidades de todo el mundo, que los adoptaron y se disputaban el lugar de ser las primeras en producirlos. Este fenómeno, como el de los TED, también entró en la universidad sin que hubiera un espacio de reflexión previa acerca de su rol y pertinencia. Sin embargo, las primeras reacciones no tardaron en surgir y se produjeron durante 2013. Allí hubo muchas voces que mostraban cual estéreo dos canales pero disímiles. Mientras que uno de ellos continuaba en la ola de entusiasmo creando, elogiando y reproduciendo estos cursos para miles de personas en todo el mundo, el otro canal mostraba el comienzo de la desilusión que esta propuesta disruptiva producía en muchas universidades.

Una de estas voces disidentes fue la de Gianpiero Petriglieri (2013) que analizó el esquema de los MOOC actuales en su artículo “Let Them Eat MOOC”, en el que expuso una fuerte crítica hacia ellos, pero desde un interesante punto de vista. Para él, este tipo de cursos pueden ser utilizados para la reducción de costos en aquellas instituciones académicas con problemas financieros, por lo que pueden convertirse en un arma contra los mismos docentes. Incluso, podrían empeorar la desigualdad educativa, en lugar de eliminarla, al proporcionar credenciales vacías en significado y en conexiones.

En su reporte acerca de los MOOC en Edu Trends (2014), el TEC de Monterrey transparenta su adhesión a COURSERA y el rol que estos cursos cumplen en la institución.

La alianza Tecnológico de Monterrey-Coursera surgió tras definir objetivos particulares que beneficiaran a nuestra universidad, los cuales son los siguientes:

  • Ofrecer al mundo la experiencia de un curso del Tecnológico de Monterrey.
  • Llegar a nuevas audiencias y potenciar así la atracción de estudiantes a la Institución.
  • Reforzar el posicionamiento como líderes en innovación y excelencia académica.
  • Experimentar con el modelo híbrido en campus.


La institución deja claro los objetivos de la incorporación, que son similares a los expuestos por COURSERA, centrados en un magnífico plan de marketing en momentos en que las grandes universidades enfrentan la reducción del número de alumnos. Este sinceramiento acerca de las intenciones de incorporación de los MOOC a la vida y a la oferta universitaria por parte de algunas universidades, ha alentado el debate y hoy, además de fuertes cuestionamientos a los mismos, hay nuevas aproximaciones basadas en el auténtico interés académico y pedagógico por renovar la Universidad. La idea actual que parece prevalecer es una actitud centrada entre la demonización y el entusiasmo acrítico: ni cerrarse a la posibilidad de incluirlos en algún tipo de oferta académica, ni incluirlos sin determinar su verdadero rol, estructura y relación con el modelo pedagógico sustentado por la institución oferente.

Hay muchos otros ejemplos de nuevos espacios que interpelan fuertemente a la universidad, que deberían ser analizados con mente abierta para también fijar postura frente a ellos: la Khan Academy, Minerva Project, Singularity University, entre otros. Deberíamos preguntarnos: ¿qué pueden aportar en este momento de replanteo? ¿de qué manera afectan al mundo de la educación superior? ¿por qué son exitosos en esta nueva sociedad? Muchas preguntas que aún nuestras universidades no se hacen o no terminan de responder.

En suma, esta situación de surgimiento de espacios alternativos de información, creación y difusión de nuevas ideas es uno de los desafíos que hoy debe enfrentar la universidad si es que quiere conservar el prestigio y/ o la hegemonía en la creación de conocimiento y como formadora de las nuevas generaciones. No seré yo quien ponga en duda la vigencia de la institución universitaria con siglos de supervivencia y garantía de calidad. Sin embargo, tampoco me atrevería a cerrar los ojos frente a las nuevas tendencias y a los nuevos espacios que, con gran apertura, hoy interpelan fuertemente a la universidad. Las instituciones universitarias deben enfrentar ese desafío, revisitar el análisis de su rol en la sociedad, sus objetivos y rediseñar algunas de sus estrategias para alcanzarlos poniéndolas a tono con esta nueva sociedad y con los tiempos digitales que corren.

Otro de los desafíos que enfrenta hoy la universidad tiene que ver con la fuerte tendencia a la internacionalización de la educación superior y con fijar postura en la tensión internacionalización-geolocalización. En este escenario, que estamos tratando de analizar y comprender, de conformación de la Sociedad de la Información y el Conocimiento y de globalización, se está estructurando con distinta dimensión e intensidad, una educación superior con crecientes componentes internacionales en un marco de integración de sistemas educativos a escala global, regional y/o subregional.

Más allá que este fenómeno sea visto de diferente forma por los distintos sectores, ya sea como una penetración de sistemas de educación externos o de movilidad docente y estudiantil, ese fenómeno está generando importantes tensiones tanto académicas, sociales y económicas como de incremento de la competencia, surgimiento de paradigmas educativos que confrontan con los tradicionales, incentivo de la mercantilización de la educación y la propia interacción en el escenario internacional. Todo ello va conformando un nuevo escenario de preocupación y/o ocupación por la conformación de una educación sin fronteras que sin duda marca tendencia en este siglo y le plantea un importante desafío a la universidad porque contribuye a transformar las bases de la educación en términos de currículo, de su funcionamiento a través de redes colaborativas y del rol de la movilidad.

Ante este escenario complejo se generan distintas posturas: en un extremo una postura de rechazo por sus carácter competitivo y mercantil y su drenaje de recursos humanos; en el otro extremo, al que las comunidades educativas son más proclives, una postura asociada a la aceptación de la internacionalización por la renovación curricular, la incorporación de nuevos saberes, de nuevas modalidades educativas, la construcción de redes colaborativas que ella parece promover. Ambas posturas subyacen y están presentes en los escenarios regionales generando tensiones y constituyendo hoy un claro desafío para las universidades que deberán construir un modo de abordaje que, respetando las características, intereses e idiosincrasia de nuestras sociedades, puedan participar de sus ventajas para integrarse a la sociedad de la información y el conocimiento.

Es interesante mencionar aquí la postura de una autora mexicana, Jocelyn Gacel, para quien la internacionalización es la respuesta construida por la universidad frente a los efectos homogeneizadores y desnacionalizadores de la globalización, es decir que, según la autora, la internacionalización constituye el esfuerzo de las instituciones de educación superior por adaptarse a este fenómeno. “Internacionalización y globalización son, entonces, dos conceptos diferentes, pero unidos por una misma dinámica. La globalización puede ser entendida como el elemento catalizador, mientras que la internacionalización sería la respuesta proactiva a dicho fenómeno por parte de los universitarios” (Gacel, 2000: 122).

Sabemos que muchos son los factores que hoy impulsan esta tendencia a la internacionalización, tanto los económicos, políticos, de mercado como los académicos y los tecnológicos. Por eso, para las universidades en tiempos digitales, constituye un desafío fijar postura no sólo frente a la utilización plena de las TIC con todas sus implicancias, sino también frente a sus fenómenos asociados como a la conformación de redes regionales e internacionales con producciones y ofertas académicas conjuntas (posgrados compartidos, sandwichs, movilidad) y también frente a la recepción de ofertas virtuales transfronterizas (preocupación no solo de las universidades sino fundamentalmente de los sistemas educativos nacionales y de las agencias de evaluación y acreditación para desarrollar dispositivos de defensa, protección de la calidad y de los intereses nacionales). Frente a todo esto debe fijarse una postura; lo que constituye un claro desafío en estos tiempos digitales que transitamos.

Problemas

Así como el tránsito por estos tiempos digitales nos enfrenta con desafíos varios, tenemos también problemas que subyacen desde generaciones anteriores de educación a distancia y otros que se agudizan en estos tiempos tanto por su persistencia como por las consecuencias que acarrean y que están fuera de nuestro control. Los clásicos problemas de imagen social de la modalidad y de formación de sus recursos humanos aún persisten y nos preocupan, sobre todo teniendo en cuenta la necesidad de expansión educativa que estos tiempos plantean. Sin embargo, quisiera centrarme en un problema crucial que hoy enfrentamos y que está incidiendo de manera importante en el desarrollo de las ofertas virtuales.

En esta sociedad de la información y el conocimiento, las TIC cumplen un rol esencial en la creación y difusión de la información y lo han cumplido en la renovación de nuestra modalidad educativa, la educación a distancia. Por ello, a escala mundial, se están viviendo estos tiempos digitales, de virtualidad. Se ha inaugurado y estamos transitando el camino a la virtualización de la universidad, de su oferta académica con todas sus implicancias. Las universidades en todo el mundo están ensayando diferentes modos de ponerse a tono con esa realidad para no perder vigencia (universidades virtuales, bimodalidad, blended learning, OER, MOOC). Estamos inmersos en una sociedad que nos está compeliendo a realizar importantes cambios.

Desde este punto de vista, estos tiempos digitales parecen haber logrado no sólo una nueva imagen de la modalidad, sino además, la concreción de viejos sueños permitiéndonos alcanzar importantes logros de mayor interacción, interactividad, calidad y equidad e inaugurando además nuevas generaciones tecnológicas que ayudan a integrar más acabadamente las nuevas tendencias pedagógicas. Mientras tanto, en muchos de nuestros países de América Latina, los organismos de evaluación y acreditación, con el pretexto de la calidad, están mostrando una actitud evitativa y morosa frente al desarrollo de nuevas experiencias mediadas por TIC. No sólo la normativa existente que regula el desarrollo de la modalidad atenta contra su normal desenvolvimiento, sino que la misma actitud de las agencias y organismos de evaluación y acreditación muestra desconfianza y falta de conocimiento de las bases pedagógicas, tecnológicas y organizativas de la educación a distancia. Estos organismos que son creados por los gobiernos para asegurar a la sociedad una educación pertinente y de calidad, parecen estar refugiándose y favoreciendo a los modelos educativos tradicionales con el pretexto de haber comprobado su calidad desde tiempos inmemoriales. No cuestiono ni la pertinencia ni la calidad de la buena enseñanza presencial, pero sí cuestiono la falta de renovación y adecuación de los sistemas educativos frente a las nuevas necesidades que la sociedad enfrenta y a los nuevos paradigmas y desarrollos.

Está claro que no somos nosotros, los que sostenemos y desarrollamos proyectos y carreras con modalidad virtual, los que estamos actuando de forma extemporánea en estos tiempos digitales. Por ello, no vamos a bajar las banderas y vamos a seguir argumentando y hasta peleando para lograr un estatus de mayor dignidad para la modalidad virtual dentro del sistema educativo en nuestra región. Es por todo lo dicho que sostengo que este es un problema central en este momento aunque sea extemporáneo.

Seguramente podremos señalar muchos otros desafíos y problemas que nos plantean, como nuestra obligación de estar al día con las permanentes novedades y desarrollos tecnológicos que aparecen en nuestro campo, carrera que intentamos no perder pero que nos resulta imposible liderar siempre. También sentimos la presión de adecuar cada día la gestión de nuestros programas virtuales para hacerlos cada vez más confiables y transparentes, tal como se nos reclama desde distintas instancias.

Tal como vemos el presente, la Universidad como institución educativa se enfrenta a una diversidad de futuros según sea la postura que adopte frente a estos temas. Los desafíos que he analizado y que hoy la interpelan fuertemente, influirán en su desarrollo y estructura. El surgimiento de nuevos actores en la educación superior, la internacionalización, la creciente regulación de las innovaciones basadas en actitudes de desconfianza, son factores que presionan y generan tensiones que deberán asumirse para superarlas. Su devenir dependerá, no sólo de la existencia de políticas públicas que la orienten o de una gestión a la altura de las circunstancias y de los tiempos que corren, sino también de todos nosotros como actores comprometidos con el cambio y la calidad. Es importante que tengamos estos debates y nos permitamos dudar.

Referencias bibliográficas

Castells, M. (2006)[1997], “ La era de la información”. Tomo I, La Sociedad Red, Siglo XXI: México DF.

Castells, M. (2005), “La era de la información. Economía, sociedad y cultura”. Volumen 1, La sociedad red. Madrid: Alianza Editorial.

Gacel, J. (2000), “La dimensión internacional de las universidades mexicanas”. Educación Superior y Sociedad, 11 (1)(2), 121-142.

Petriglieri, G. (2013), “Let Them Eat MOOCs. HBR Blog Network”. Recuperado a partir de: <blogs.hbr.org/>

Rama, C. (2011), “La universidad latinoamericana en la encrucijada de sus tendencias”. Tegucigalpa: Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

Tubella, I y Gros, B. (2010), “Volver del revés la universidad, acciones para el futuro próximo”. Barcelona: Editorial UOC.


* Extraído del Reporte de Edu Trends del Tecnológico de Monterrey. Mayo 2014. Recuperado de: www.sitios.itesm.mx/

* Coursera es una plataforma de educación virtual gratuita nacida en octubre de 2011 y desarrollada por académicos de la Universidad de Stanford con el fin de brindar oferta de educación masiva a la población (Massive Online Open Course), con cursos en inglés y otros idiomas como el español, francés, italiano y chino. Coursera ofrece cursos gratis de temas variados a niveles universitarios pero abiertos a todos los sectores de la población.

* “Mooc en el Tecnológico de Monterrey”, en Edu Trends. Reporte de mayo 2014, página 13. Recuperado de: www.sitios.itesm.mx/

* La geolocalización: proceso que generalmente es empleado por los sistemas de información geográfica. En este caso lo utilizo haciendo referencia al posicionamiento que define la situación contextual de una institución en un sistema de coordenadas determinado. Es información geográfica referenciada, con la clara misión de resolver problemas de gestión y planificación teniendo en cuenta la pertinencia.