Federico Gobato y María Eugenia Collebechi
Hace más de una década, cuando los escenarios y desafíos educativos que ahora transitamos comenzaban a delinearse y anunciarse, Sandra Carli (2003) advertía que “la relación entre comunicación, educación y cultura designa una zona compleja para pensar los fenómenos educativos contemporáneos, caracterizados por las aceleradas transformaciones culturales, tecnológicas y sociales que han tenido impacto en los procesos educativos y en los sujetos de la educación” (p. 11). En los últimos años, la intensificación del desarrollo de las tecnologías digitales y la creciente variabilidad de sus usos técnicos, culturales y educativos han amplificado la importancia de esa zona compleja como locus para la reflexión sobre los diferentes registros y niveles de análisis de la relación entre universidad y tecnologías digitales.
En este sentido, las temáticas y los espacios abiertos al debate y la interacción en el IV Foro Internacional de Educación Superior en Entornos Virtuales –realizado en 2014 en la Universidad Nacional de Quilmes, y organizado por la Secretaría de Educación Virtual, la Secretaría Académica y el Departamento de Ciencias Sociales, con el apoyo del Departamento de Economía y Administración y el Programa de Investigación “Tecnologías digitales, educación y comunicación. Perspectivas discursivas, sociales y culturales”–, se emplazaron en el territorio de esa articulación entre cultura, educación y comunicación. El objetivo del encuentro fue relacionar las políticas públicas y académicas, las prácticas de los sujetos educativos y los fenómenos emergentes tales como la creciente bimodalidad de las instituciones universitarias, con el análisis diagnóstico de los procesos socioculturales que son el contexto de posibilidad e intelección de tales políticas, prácticas y características emergentes.
Existen varias maneras de describir conceptualmente este espacio complejo que emerge de la relación entre cultura, comunicación y tecnología, donde la educación y sus actores se debaten críticamente. Una de ellas es la idea de la convergencia mediática, en el sentido en que la trabaja Henry Jenkins (2008), dado que integra las tres dimensiones y, para nuestros intereses, permite especificar desafíos y problemas educativos. Dice:
“Con convergencia me refiero al flujo de contenido a través de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el comportamiento migratorio de las audiencias mediática (…) Convergencia es una palabra que logra describir los cambios tecnológicos, industriales, culturales y sociales en función de quienes hablen y de aquello a lo que creen estar refiriéndose” ( Jenkins, 2008, p. 14).
Jenkins construye la idea de convergencia en juego con otras dos nociones: la de cultura participativa, para fortalecer su perspectiva desde los actores (o, en sus términos, desde la recepción), y la de inteligencia colectiva, una vieja propuesta de Pierre Levy que plantea una concepción constructivista del conocimiento social. Esa tríada le permite entender el ecosistema contemporáneo de medios y mediaciones tanto de arriba hacia abajo, como de abajo hacia arriba: hay convergencia empresaria e institucional, pero también existe en el campo de la interacción social y de la cultura popular. Permite, además, deshacerse del corset del instrumentalismo: no se trata de crear/pensar el dispositivo técnico totalizador que establezca un único parámetro de intervención cultural y participación social, sino de encontrar y describir las lógicas de encastre entre los múltiples artefactos técnicos, sus posibilidades expresivas y los modos –novedosos a veces, tradicionales otras, originales, recreados o rituales– de interactuar y participar en el mundo social.
Si hacemos el ejercicio de observar el campo de la educación superior a través de los lentes de esta noción, los resultados son muy fértiles. En primer lugar, nos ayuda a comprender que las instituciones en las que participamos y las prácticas que llevamos adelante están enmarcadas en este proceso convergente: su lógica permea todo el entramado social y nos exige atender los procesos socio culturales, económicos y políticos que las tecnologías digitales dinamizan, para comprender el escenario y las transformaciones a las que la educación concurre y de las que es parte. En segundo término, nos interpela a pensar qué dinámicas convergentes se verifican en el campo específico de la educación, tanto a nivel de las políticas públicas, como de las instituciones y de los actores que participan en ella. Así, la creciente bi o multimodalidad de las instituciones universitarias es, según como se la interprete, o bien una respuesta a las condiciones que impone la convergencia de medios y sus posibilidades de accesos múltiples, o bien la expresión de una dinámica genuina e interna de convergencia al interior del propio sistema universitario.
En tercer lugar, el énfasis en la emergencia de una cultura participativa interpela francamente tanto a las políticas institucionales, como a las prácticas docentes y de investigación. Concomitantemente, las nuevas posibilidades expresivas y cognitivas que se abren paso con la digitalización son el acicate de la investigación y la búsqueda de alternativas pedagógicas y didácticas. Ambas cuestiones, por lo demás, nos enfrentan a la aparición de nuevos actores y nuevos sujetos que, en sus especificidades, desafían los límites del contexto educativo, obligando a repensar sus fronteras y alcances.
Por último, la convergencia abre el juego para pensar nuevos horizontes de investigación y para construir objetos inéditos, pero también crea modos intensos de producción y circulación del conocimiento.
El presente libro, en su estructura y orden temático, es en buena parte producto de la fertilidad de la noción de convergencia a la hora de enmarcar y ordenar nuestros debates y preocupaciones alrededor de la relación entre Educación Superior y tecnologías digitales. En efecto, esta compilación no reproduce, al modo de un «libro de actas» todas las ponencias, conferencias y debates públicos que tuvieron lugar en el IV Foro; si no que propuso a los participantes convertir esas intervenciones en artículos y los organiza alrededor de cuatro registros o niveles de análisis posible: la descripción crítica de una serie de fenómenos y dinámicas clave del horizonte sociocultural y comunicacional contemporáneo; el examen de las alternativas y respuestas institucionales a ese contexto; la reflexión sobre experiencias y prácticas concretas de los actores participantes; y la presentación de alternativas específicas para la circulación del conocimiento y la generación de nuevos campos de investigación.
En la primera parte, Claves socioculturales para pensar la educación en tiempos digitales, una serie de artículos dan cuenta de fenómenos y procesos socioculturales característicos del mundo contemporáneo al influjo de las tecnologías digitales. Con ellos, buscamos proporcionar tanto diagnósticos, como marcos analíticos que permitan contextualizar la práctica educativa en los escenarios actuales. Así, Carlos Scolari nos invita a pensar sobre los modos en que las actuales narrativas transmedia permiten construir espacios de práctica docente y de aprendizaje más polifónicos y abiertos. Luego, Débora Nakache reflexiona sobre las posibilidades de la acción educativa contemporánea en el marco de la constitución nómade de prácticas y saberes en múltiples pantallas. En el tercer artículo, Marcelo Urresti describe sintéticamente el proceso de emergencia de nuevos sujetos a partir de un régimen cultural de significación específico, que se consolida con la difusión de las tecnologías digitales. Por su parte, Mariano Zukerfeld caracteriza las transformaciones actuales en el mundo del trabajo y la emergencia del trabajo informacional, haciendo eje en los cambios respecto del tiempo, el espacio y la educación. Finalmente, Lucía Cantamutto presenta algunas claves para pensar cambios y especificidades en los usos del lenguaje a través de uno de los artefactos prototípicos de la comunicación contemporánea: el teléfono móvil.
En la segunda parte, bajo el título Las instituciones frente a los desafíos de los tiempos digitales, se agrupan trabajos que intentan dar cuenta del modo en que las Universidades, por un lado, o los Estados, por otro, diseñan políticas educativas frente a los desafíos de mundos digitales. Un primer bloque dentro de la sección está dado por los artículos de Ana Rivoir y Constanza Necuzzi quienes presentan descripciones críticas y alcances de programas públicos de difusión y acceso a tecnologías digitales. Así, Rivoir expone resultados de investigaciones realizadas en torno al llamado Plan Ceibal, el modelo 1 a 1 de inclusión de tecnologías en la educación en Uruguay, su contribución con el desarrollo humano y los desafíos pedagógicos existentes. De manera análoga, Necuzzi presenta los ejes y características del Programa Conectar Igualdad (Argentina) de distribución de computadoras a estudiantes y docentes y su impacto en la enseñanza y en el aprendizaje. Los capítulos tres y cuatro de esta segunda parte, hacen foco sobre las instituciones universitarias. Por un lado, Marta Mena aborda una serie de nuevos desafíos y problemas que deben enfrentar las instituciones universitarias como los espacios emergentes (TEDx, Mooc), la tensión internacionalización-geolocalización y la evaluación y acreditación de las experiencias educativas mediada por tecnologías; por otro, Alejandro Villar identifica y analiza las dimensiones política, administrativa, tecnológica y pedagógica de la implementación y desarrollo de la bimodalidad en las instituciones universitarias.
La tercera parte del libro se titula Los actores educativos en los escenarios digitales. Aquí se presentan artículos que recuperan experiencias de intervención, diseño o práctica educativa con tecnologías digitales de la comunicación. Silvia Carrió y Jorge Janson describen críticamente el desafío que supuso el “pasaje” o “transformación” de un curso presencial sobre habilidades narrativas para profesionales de la salud, a uno virtual. En ese sentido, relatan la experiencia de planificación del curso y realizan un balance de los propósitos docentes que pudieron concretarse. Luego, Mariela Yeregui da cuenta de una serie de retos y condiciones que caracterizan la confluencia de la tecnología con la investigación, la creación, la reflexión y la producción de conocimiento en el marco de una serie de propuestas de formación del campo artístico. Patricia San Martín comparte el marco teórico metodológico de la noción de “dispositivo hipermedial dinámico” generado en el programa de investigación, desarrollo e innovación del que participa y las decisiones en torno al diseño de un requerimiento concreto: el DHD “Memoria y experiencia Cossettini”. En tanto, Guadalupe Álvarez, identifica las oportunidades y problemas que genera la escritura colaborativa mediada por tecnologías digitales e interactivas, a partir del análisis de estudios sobre el tema y un estudio de caso de uso de un blog en un curso universitario.
Por último, la cuarta parte titulada Recursos, movilidad, difusión y asociatividad da cuenta de alternativas que la digitalización ofrece, tanto para la circulación del conocimiento y la generación de nuevos campos de investigación, como para la creación de espacios de articulación entre colegas. Juan José Mendoza presenta los avatares en la constitución de la Asociación Argentina de Humanidades Digitales, reflexionando en dos claves: por un lado, la aparición de un campo de estudio e investigación novedoso, por otro, los modos de articular ese campo prácticamente. Marcela Czarny reseña las actividades y alcances de Chicos.net, una asociación civil que piensa y desarrolla investigación sobre aspectos vinculados a la crianza y la cotidianeidad infantil en los mundos digitales. Luego, Matías Vlahusic da cuenta del estado de las revistas de acceso abierto en América Latina y describe las posibilidades que brindan las publicaciones científicas de acceso abierto para la educación y la difusión del conocimiento. Cierra el libro Sebastián Torre describiendo diversas alternativas que ofrecen los entornos virtuales para la cooperación sincrónica entre docentes, investigadores y estudiantes.
Referencias bibliográficas
Carli, S. (comp.) (2003), “Comunicación, educación y cultura. Una mirada a las transformaciones recientes de la Argentina”. Buenos Aires: La Crujía-Stella.
Jenkins, H. (2008), “Convergence culture: la cultura de la convergencia de los medios de comunicación”. Paidós, Barcelona.