Bimodalidad: Articulación y Convergencia en la Educación Superior, el tercer libro de la colección Ideas de Educación Virtual, apunta a un aspecto nodal de la historia de la educación virtual en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). En efecto, los esfuerzos para la construcción de la articulación y las sinergias entre las modalidades de enseñanza presencial y virtual, fueron potentes motores de la dinámica institucional.
Han pasado 20 años desde que se tomó la decisión política de desarrollar la modalidad virtual en la UNQ, si tomamos como hito fundante la firma del convenio de transferencia con la Universidad Oberta de Cataluña. De él surgieron la primera plataforma educativa utilizada por el Programa Universidad Virtual de Quilmes, así como la capacitación del equipo técnico que organizó y puso en funcionamiento el modelo educativo. Desde entonces, hubo un proceso dado en forma relativamente espontánea y sin una planificación global, en el que se sucedieron avances y retrocesos hacia la articulación de la modalidad presencial, que existe desde 1990, y la virtual. Lo que ahora reviste un carácter estratégico, es el desafío del desarrollo planificado y sistemático para generar sinergias y brindarle a todos los actores las mejores condiciones para su desempeño.
En este libro, promovido y compilado por Alejandro Villar, se expresa la voluntad política de avanzar en este rumbo de manera planificada, orientando las capacidades institucionales de acuerdo a dicha planificación. Eso motivó la organización del Iº Encuentro de articulación de modalidades: La Universidad Bimodal, en noviembre de 2015, para el que contamos con el apoyo de Carlos Bielschowsky, Presidente de la Asociación Iberoamericana de Educación Superior a Distancia (AIESAD), y de Alejandro González, en representación de la Asociación de Universidades Latinoamericanas y del Campus Virtual Latinoamericano (AULA CAVILA). Fueron convocados docentes, autoridades y expertos de diversas universidades para debatir sobre esta temática. Las exposiciones y ponencias constituyen gran parte del contenido de este libro. Se trata de un conjunto heterogéneo de reflexiones y experiencias novedosas referidas a modelos universitarios bimodales y enseñanza bimodal.
De tal forma, estamos denominando “Bimodalidad” a un amplio y variado conjunto de conceptos y acciones que abarcan las características distintivas de las universidades bimodales, expuestas por Marta Mena en su conferencia magistral, y experiencias de enseñanza basadas en instancias y recursos pedagógicas presenciales y a distancia.
Englobamos en la Bimodalidad la construcción de un modelo de gestión académica, propio de las universidades bimodales, y los beneficios de la combinación de recursos pedagógicos propios de la presencialidad con los de la virtualidad, para mejorar la enseñanza. Por lo tanto, el encuentro llevado a cabo en 2015 y, consecuentemente, este libro, constituyen relatos ricos de experiencias de gestión académica, de carreras de modalidad presencial que, en los últimos años, recurrieron a recursos virtuales para sus estudiantes, y en prácticas al interior de cursos de grado en los que se ensayaron experiencias novedosas que combinaron la presencialidad con el uso de aulas virtuales.
A lo largo del encuentro se fueron acumulando argumentos histórico-sociales, pedagógicos, políticos y de gestión, que nos enriquecen a la vez que nos exhiben la enorme complejidad del desafío. La problemática histórica nos muestra una trayectoria de incorporación de tecnologías a la Educación Superior, simultáneamente al despliegue de las mismas en todo el ámbito social. Este largo proceso generó nuevas oportunidades para los alumnos universitarios, democratizando el acceso y el desempeño, y facilitando la terminalidad educativa. No me refiero a los estudiantes presenciales ni a los estudiantes virtuales, sino a los únicos estudiantes universitarios que existen a esta altura de la historia, que son aquellos que echan mano a las tecnologías disponibles para resolver, de la manera que creen más eficaz, sus desafíos educativos.
En este contexto de convergencia de la problemática de la Educación Superior, Alejandra Ambrosino hizo profundas reflexiones en su conferencia. Nos invitó a pensar que el camino a la Bimodalidad no solo implica repensar la virtualidad en la enseñanza sino, y fundamentalmente, la presencialidad. En tal sentido, la potente incursión de las tecnologías digitales, asimilada la virtualidad, nos obliga a pensar lo pedagógico. Es decir, cómo se estaba enseñando en las universidades a fines del siglo pasado y principios de éste y su pertenencia en el contexto histórico específico. El imperativo de adecuar rápidamente la educación a los nuevos tiempos fue generando en el sistema universitario a escala global, iniciativas desde arriba (institucionales) y desde abajo (iniciativas de docentes) que configuran hoy un rico mapa, cuya variedad y complejidad seguramente seguirá creciendo durante mucho tiempo.
Por otra parte, hay argumentos pedagógicos vinculados a las reflexiones sobre si hay una nueva forma de enseñar y de aprender que echa mano a una mayor cantidad de herramientas y recursos. El nuevo problema es definir cómo hacerlo ante semejante gama y cantidad de alternativas que las tecnologías digitales proporcionan a los estudiantes, como oportunidades de aprendizaje adicionales. El uso intensivo de recursos audiovisuales, espacios colaborativos en las aulas virtuales, materiales multimedia, y otra innumerable y creciente cantidad de alternativas, implica desarrollar las estrategias específicas para cada curso, para cada situación. Entonces, pasamos de un panorama en el que los docentes más calificados para enseñar sus disciplinas tenían habilidades suficientes si explicaban y argumentaban correctamente por vía oral y escrita, a otro donde el conocimiento tiende a transmitirse cada vez más por medios digitales, que requieren habilidades específicas para su manejo y, más importante aún, para repensar una enseñanza que los utilice de manera eficaz.
En otro plano surgieron los argumentos políticos. El impacto que están teniendo las redes sociales y los medios digitales en la vida política, que se proyecta en ascenso, impone la necesidad de formas ágiles para expresar posiciones, reclamos y consensos. El concepto de ciudadanía se está transformando, al menos en su potencialidad tecnológica. La universidad tiene que ir a la vanguardia en la apertura de procesos que permitan una participación más profunda que la que brinda la posibilidad de elegir representantes cada 2 o cada 4 años, o el ejercicio del cogobierno universitario por medio de representantes de claustros. La expresión directa de los protagonistas de la vida política universitaria por medios digitales es otro de los componentes de la tendencia actual.
La Bimodalidad genera nuevos desafíos a nivel institucional y organizacional. En ese sentido, se presentan distintas alternativas en torno a la forma de gestionar, lo que debe estar centralizado en el Rectorado o descentralizado en diversos espacios de la institución. Se abre, así, un nuevo escenario en el que el acceso a la información estadística, permite la toma de decisiones con fundamento empírico, lo que puede facilitar algunos aspectos de la gestión descentralizada.
La principal referencia para tomar estas decisiones tiene que apoyarse en el estado de situación señalado por el contexto histórico social-cultural. Esto es, la universidad debe brindar a sus docentes y estudiantes canales de comunicación e información con la misma facilidad e inmediatez a la que tienen alcance en su cotidianidad. Aquí los criterios rectores para la gestión y para el respeto a los derechos de información y de expresión, tienen que apoyarse en la conquista histórica que el medio virtual nos ofrece: la posibilidad de brindar y recibir información en tiempo real, producida por los diversos actores de la comunidad educativa.
Para que estos avances acontezcan de manera eficaz, profunda y duradera, se deben cumplir un no menor número y variedad de requisitos, puesto que los grandes cambios sociales e institucionales no ocurren por la sola voluntad política. Se requieren nuevos desarrollos de software y adquisición de equipamiento adecuado. Normas institucionales de las universidades, ministeriales y legislativas que favorezcan este proceso, en vez de obstaculizar con estándares anacrónicos. Pero, fundamentalmente, debe ir cambiando gradualmente el conjunto de la institución; es decir, las personas que la componen. Es necesario profundizar las políticas de capacitación para autoridades, docentes, estudiantes y personal administrativo y de servicios en las nuevas tecnologías. El desarrollo de la Bimodalidad depende, principalmente, de lo que resulte del desempeño de miles de personas que deben apropiarse de estas potencialidades, por lo que el desafío central de la universidad es fortalecer sus capacidades, ya que éstas son las raíces en las que se sustentará el proceso. Y, como sabemos, los árboles no crecen tirando de la copa hacia arriba, sino regando sus raíces.
Por eso, éste no puede ser el proyecto de un gobierno universitario. Los grandes proyectos, como las ideas que los sustentan, son de todos. A través de una convergencia de modalidades más sólida y orgánica pretendemos avanzar en el proceso de inclusión y de democratización de la Educación Superior. Esta senda abre un fértil terreno para obtener nuevos resultados en lo pedagógico y en la rica vida universitaria, si se desatan las capacidades innovadoras latentes.
* Director de la colección Ideas de Educación Virtual y Secretario de Educación Virtual de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).