Germán Dabat, Alejandro Villar y Marta Mena
Las diferentes experiencias presentadas durante el Iº Encuentro de Articulación de Modalidades reafirmaron que, en siglo XXI, el modelo de universidad válido no corresponde ni a una universidad puramente presencial ni a una a distancia, sino a un modelo bimodal que introduzca las potencialidades que ofrecen las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC). Moderado por Germán Dabat, el conversatorio que dio cierre al encuentro, entre Alejandro Villar y Marta Mena, permitió institucionalizar un intercambio de ideas enfocadas en las prácticas de los participantes, retroalimentando las visiones sobre la Bimodalidad en un ambiente constructivo y amigable. |
Germán Dabat – Para la historia de nuestra universidad, el aporte que recibimos durante los dos días del encuentro fue realmente muy importante. En tiempos donde se están evaluando pasos a dar, la participación de todos ustedes nos sirve para inspirarnos en qué hacer. En ese sentido, decidimos abrir las puertas al resto de las universidades y hacerlos partícipes del encuentro, ya que entendemos que muchos de los problemas que se nos presentan en la Universidad Nacional de Quilmes, probablemente surjan, también, en otras instituciones.
Desde hace 17 años, tenemos dos modalidades de enseñanza: la virtual y la presencial. A lo largo del tiempo, ambas fueron convergiendo de manera tendencialmente cada vez más articulada, realizando un proceso que, para nosotros, es virtuoso y muy rico.
Decidimos, entonces, cerrar el Iº Encuentro de Articulación de Modalidades con dos personas que han hecho recorridos diferentes y han realizado aportes de índole distinta: Marta Mena, con su experiencia pedagógica y reconocida trayectoria, y Alejandro Villar, que con su iniciativa política en la Universidad Nacional de Quilmes, ha guiado este trayecto hacia la Bimodalidad.
Alejandro Villar – La Universidad Nacional de Quilmes es una universidad bimodal que no salió del closet, ya que no nos terminamos de asumir como bimodales. Sin embargo, esta universidad crece, por suerte, mucho más allá de lo que uno, desde un cargo, puede saber. ¿Cómo nos está yendo con estas experiencias bimodales? Una cuestión que me pareció interesante de las presentaciones que hicieron nuestros colegas, y que fue expuesta como problema, tiene que ver con el cierre de la conferencia de Marta: la preocupación desde la gestión, que se relaciona con la cuestión institucional y política. No se escuchó que hubiera un fracaso por cuestiones pedagógicas o didácticas, ni que los estudiantes estén disconformes con los docentes o con el sistema de evaluación. En realidad, los problemas que tenemos son operativos y tienen que ver con lo que estamos tratando de ensamblar: dos mundos que han estado, hasta aquí, bastante en paralelo. Empezamos desde lo político institucional –como decía Germán– llevando las carreras a los departamentos para que haya más diálogo; y estamos avanzando con la oferta de cursos virtuales a nuestros alumnos presenciales. Estoy convencido de que la universidad, en general, va hacia la Bimodalidad absoluta. Sin embargo, lo que para nosotros va a ser bimodal, puede ser diferente para otras universidades nacionales e internacionales. En la UNQ tenemos dos características: por un lado, somos innovadores y, por otro, muy conservadores en términos institucionales. Por eso, los pasos que tenemos que dar deben ser seguros. A veces, esto genera que los cambios sean muy lentos, porque en cada movimiento político institucional de una universidad pública se mueven estructuras muy grandes. En ese sentido, planteamos una primera cuestión: la organización política institucional de la Bimodalidad es nuestro desafío.
Por otro lado, dentro de la universidad, estamos en un proceso de autoevaluación que nos permite ver un punto importante que surge en los grupos focales: la Bimodalidad y su articulación; es decir, cómo articular mejor las dos modalidades y las dos ofertas.
Marta Mena – Estoy de acuerdo con lo que estabas planteando; el tema de la gestión es crucial. Estamos hablando de cómo configurar la institución para que dé cabida en igualdad de condiciones a las dos modalidades. Esto es lo difícil; es como ensamblar una estación espacial con otra; son mundos diferentes. El mundo de la presencialidad ha sido tradicionalmente el mundo de la academia, el de los investigadores que se basaban en el desarrollo de investigación y en la formación de equipos para enseñar en aulas físicas. De pronto irrumpe como innovación, hace ya muchos años, una nueva modalidad que dice que, en realidad, no hace falta la conjunción entre docente y alumno desde una misma aula física.
Hay modos de mediar y de realizar una mediación pedagógica que establezca el vínculo entre el docente y el alumno a través de distintas estrategias y tecnologías. Esto generó un revulsivo al interior de la academia y de los departamentos que habían basado todo su trabajo en otra cuestión. Pero la gestión es la conducción de la institución; es llevarla hacia el logro de los objetivos propuestos: formar a los profesionales que la sociedad está demandando con la calidad que la universidad siempre tuvo. El miedo a la innovación tiene que ver con esto. Si la universidad siempre lo hizo así ¿cómo atreverse, ahora, a hacer estos cambios? Ahí está la encrucijada. Pero no estamos discutiendo si hay o no que hacerlo: la sociedad ya decidió que sí, y de hecho, se está haciendo. La discusión, ahora, es ver cómo se lo hace, qué estrategias de gestión hay que implementar.
Alejandro Villar – Exactamente. Necesitamos un marco institucional, político y académico, para que no se ponga en riesgo la calidad de la educación a distancia o virtual. Hay instituciones que siguen pensando como en el siglo XIX estando en el XXI. En este sentido, si las instituciones no generan esos marcos institucionales y de política académica, aparecen los problemas. Por ejemplo, los alumnos presenciales que toman un curso virtual no tienen tutor. Nosotros, como institución, no le vamos dando la consistencia necesaria para que no se genere un fracaso en el aula, algo que todos queremos evitar.
También me gustaría agregar el tema de la producción de contenidos multimedia. Las universidades públicas en la Argentina, tenemos una gran oportunidad debido a la significativa inversión que se ha hecho en los últimos años, en la instalación de estudios de televisión y de radio, por ejemplo. Esto genera una oportunidad para empezar a pensar pedagógicamente materiales adecuados a la temática de cada una de las carreras que se dictan en el sistema universitario. Tenemos la posibilidad de pensar un gran reservorio de material entre todas las universidades que estamos generando este tipo de producción multimedia.
Marta Mena – Lo que planteas es interesante y es una de las cuestiones que más se está discutiendo. Los organismos internacionales están promoviendo la elaboración de fusión y utilización de los recursos educativos abiertos.
Es una gran oportunidad de tener buenos recursos hechos con todos los medios y estrategias que ha desarrollado la propia universidad. Tener un buen reservorio de esos recursos podría mejorar sustancialmente la calidad de la enseñanza que se brinda.
No tenemos que olvidar que, uno de los grandes problemas que ha tenido la Bimodalidad, es que en algunas universidades se estaba dando una carrera en dos modalidades pero con dos diseños curriculares diferentes y el mismo título al final. La Bimodalidad implica, también, la unión institucional de compartir objetivos y resultados finales. El perfil profesional del egresado debería ser el mismo en ambas modalidades, porque se va a desenvolver en esa sociedad y se va a esperar un determinado parámetro de calidad. Esto es algo que la universidad tiene que asegurar.
Germán Dabat – Este encuentro, que además se llama Iº Encuentro de Articulación de Modalidades, nos da idea de que acá no se agota el tema de la articulación, sino que es un sendero para seguir discutiendo. El enriquecimiento conjunto puede ser muy valioso para la universidad.
En su conferencia, Alejandra Ambrosino expuso muy bien la cuestión del cambio en la educación en general, donde la virtualidad viene a rejuvenecer a la presencialidad, dotándola de herramientas pero, sobre todo, de un trabajo de enseñanza y de aprendizaje. En los estudios sobre educación presencial, se naturaliza el modo de aprender. Pero la virtualidad rompe moldes y nos hace preguntarnos cosas.
Eso le da una valoración muy grande para esta historia en común. Estamos viviendo una educación que va conformando una modalidad híbrida. Como en todo cambio, toda revolución tecnológica implica la generación de híbridos, al menos por un tiempo. Después pueden o no consolidarse modelos. Pero este rejuvenecimiento que las nuevas tecnologías le generan a la educación universitaria implica mayor flexibilidad, más recursos pedagógicos de distinto tipo y mayor flexibilización institucional. El romper con las rigideces nos lleva directamente a unos de los temas más tratados en estos días que es el de la inclusión. En la sociedad actual, el que nunca haya trabajado con tecnologías informáticas de comunicación está, al menos, parcialmente excluido.
La experiencia que se vive con las nuevas tecnologías, va a enriquecer a las personas. Por eso, estamos promoviendo la articulación; que la Bimodalidad no sea dos modalidades separadas que transitan historias académicas distintas, una al margen de la otra, sino todo lo contrario. Incluso, hay quienes han tratado el tema de la riqueza que implica pasar por las dos modalidades educativas. Una persona que transita por las dos modalidades se enriquece más que una que accede sólo a una. Por eso, el uso de nuevos recursos pedagógicos e instrumentos audiovisuales y de distinto tipo, aprovechando la infraestructura que tenemos en la universidad, se valora muy especialmente si se hace para ambas modalidades.
Alejandro Villar – Lo que dice Germán, de la inclusión, me hace recordar a, por lo menos, una de las ideas que, posiblemente, pueda generar más impacto en universidades como la nuestra, en cuestiones relacionadas a la terminalidad educativa. La Bimodalidad brinda la posibilidad a estudiantes que, por distintas razones, han tenido que abandonar la universidad presencial, puedan tener la oportunidad de terminar sus estudios a través de la modalidad virtual.
También, me parece muy interesante la riqueza que significa para un estudiante haber pasado en su formación de grado por las dos modalidades ya que le brinda otros instrumentos para insertarse tanto en el mundo laboral como en su formación en general.
Por último, en relación a la currícula, tenemos el objetivo de abordar la problemática para que todos los estudiantes puedan egresar con los mismos conocimientos y las mismas capacidades.
Marta Mena – Ustedes lo dijeron varias veces: hay que poner énfasis en los departamentos de las distintas carreras y disciplinas que componen esas carreras. De ahí tiene que salir, de alguna manera, el diseño curricular, asistido, ayudado, complementado. En ese sentido, es necesario contar con un equipo interdisciplinario.
Uno puede tener distintos destinatarios y habrá que hacer adecuaciones, pero lo que no se puede es diseñar dos carreras diferentes para cada modalidad. Esto genera esa desconfianza que después nos vuelve a través de los marcos regulatorios. No tenemos que llegar a esa instancia; debemos adelantarnos y ser nosotros quienes lo planteemos.
Estoy de acuerdo con lo que ambos sugieren: en el futuro no va a poder recibirse ningún profesional si no ha pasado por estas experiencias de mediación pedagógica y tecnológica. El futuro está por ahí; quienes puedan pasar por ambas modalidades serán estudiantes mucho mejor formados y entrenados para ser parte de la sociedad de la información y el conocimiento.
* Secretario de Educación Virtual de la Universidad Nacional de Quilmes.
* Vicerrector de la Universidad Nacional de Quilmes.
* Directora del Programa de Formación Virtual de Investigadores en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), Argentina. Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Internacional de Educación Abierta y a Distancia. Miembro del Comité Científico de AIESAD.