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Educación Superior y Entornos Virtuales

Alejandro Villar

El ingreso de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la Educación Superior y, particularmente, en la universitaria, genera transformaciones que impactan tanto en los procesos de enseñanza como en las formas organizacionales y en la conformación política de las universidades.

Por un lado, en las aulas presenciales universitarias, se incorporan en los procesos de comunicación y enseñanza algunas de las principales herramientas de las nuevas tecnologías. El correo electrónico, aunque bastante desplazado por “Facebook”, las distintas redes sociales, los blog, los sitios creados por cátedras y el apoyo en el aula virtual de un Campus, entre otras, dan cuenta de ello.

Se trata de movimientos e innovaciones que podemos caracterizar como de origen “Bottom-up”, generadas por los actores (en este caso, docentes y estudiantes). Las instituciones acompañan, con muy diferentes niveles de apoyos y recursos, estos procesos que surgen “desde abajo”.

Por otro lado, encontramos casos de universidades que han puesto en marcha programas de educación no presencial bajo entornos virtuales, que podemos identificar como políticas “top down”, en la medida que han sido producto de los decisores políticos de la institución. Así, un número cada vez mayor, ofrece carreras en esta modalidad, ya sea como ciclos de complementación, carreras de grado completas, de posgrado y espacios de formación continua y capacitación.

Finalmente, hallamos una versión “híbrida” en la que cátedras y/o cursos se comienzan a dictar “de hecho” en forma semipresencial, o incluso totalmente bajo la educación virtual, en el marco de carreras que, formalmente, son presenciales. En estos casos, las iniciativas pueden provenir de los propios docentes o de las carreras que buscan mejorar y flexibilizar su oferta académica para darles más posibilidades a sus alumnos.

Este proceso complejo, heterogéneo y sostenido se orienta hacia la generación de nuevas oportunidades para los alumnos. La utilización de las TIC facilita la comunicación en el marco del proceso de enseñanza presencial, a la vez que permite al estudiante familiarizarse en la utilización de estas herramientas tecnológicas que constituyen un elemento central en la formación de los profesionales del siglo XXI.

Lo más relevante es que brinda la posibilidad de que numerosos alumnos puedan continuar sus estudios gracias a la formación en entornos virtuales. Así, la incorporación de la oferta de cursos de este modo de enseñanza y aprendizaje, se convierte en un instrumento que, a la vez de promover la democratización del acceso a la universidad, puede facilitar el proceso de “terminalidad educativa”. Efectivamente, la universidad bimodal deja al estudiante escoger los cursos a tomar de una oferta flexible que contempla las distintas modalidades, abriendo la oportunidad para que, aquellos que por razones de distancia y/o disponibilidad de tiempo para el traslado y la cursada, ven complicada o directamente imposibilitada la asistencia a las aulas presenciales, puedan continuar y finalizar sus estudios. Una oferta semipresencial o totalmente virtual los habilita a organizar y aprovechar el tiempo de manera que se maximiza el esfuerzo.

Aquí, son de suma importancia dos actores centrales: el docente y el tutor. El rol y perfil del primero, demanda una particular atención en la medida que su integración a la clase virtual genera el conocimiento y la incorporación de nuevos enfoques pedagógicos y estrategias didácticas. Es tarea central de las universidades el desarrollo de programas de formación y capacitación destinados a aquellos. El tutor, por su parte, es una figura destacada que no tiene tradición en formación presencial. Los sistemas más consolidados en educación mediada por entornos virtuales, les otorgan un papel central en el acompañamiento, orientación y contención de los estudiantes en un modo de enseñanza y aprendizaje que demanda mucha constancia y dedicación.

En este marco, adquiere relevancia el modelo pedagógico que rija, organice y regule la universidad en Internet. Por eso, es necesario diseñar una propuesta que explicite las tareas y responsabilidades de los distintos actores involucrados en el proceso educativo; los perfiles de los docentes, autores de materiales didácticos y tutores involucrados en aquel; los procedimiento y tiempos administrativos, los objetivos, características y el papel tanto de los materiales didácticos como de los sistemas de evaluación, así como los elementos centrales de los procesos de comunicación que garanticen la adecuada participación de todos los actores del proceso educativo en el entorno de los Campus Virtuales y, finalmente, los requisitos tecnológicos. Estos elementos demandan de la participación de profesionales especializados en estas nuevas tareas, figuras centrales para el buen desenvolvimiento de la modalidad virtual.

La Bimodalidad genera, a su vez, nuevos desafíos institucionales tanto de tipo organizacional como político. Para el primero, se presentan distintas alternativas en torno a la dependencia de estos programas, en tanto puede ser centralizada o descentralizada, debiéndose definir el papel de las Facultades o Departamentos, de las carreras y, eventualmente, las cátedras. Estas definiciones también implican al desarrollo tecnológico que, para la formación mediada por tecnologías, adquiere suma importancia. El mismo puede generarse en la dependencia que se ocupa centralizadamente del área de “informática” o “sistemas”, o constituirse equipos ad-hoc que se ocupen de este aspecto. Adquiere relevancia, entonces, el perfil y la formación del personal que integra el equipo de desarrollo informático. Si bien en la actualidad los Campus se pueden “bajar de la web” en el sistema de “código abierto” y garantizarse una permanente mejora y actualización, también es importante señalar que su mantenimiento y eventual adaptación, así como el desarrollo de las “interfaces” con las otras partes del sistema, como el programa de administración de alumnos, el portal de la universidad u otros aplicativos que demanda el adecuado funcionamiento del sistema, resultan una función de apoyo sustantiva.

En el marco del gobierno democrático de la universidad, esta dependencia organizacional también impacta en los aspectos de representación política. En la medida que los estudios que se dictan en entornos virtuales se integran a los ámbitos de gobierno académico como carreras, departamentos o facultades, se vuelve cada vez más necesario incorporar a sus docentes, alumnos y graduados a la vida política de éstas. Esto demanda, según los casos, diseñar sistemas de voto a distancia y otros cambios institucionales que permitan la integración de todos los actores involucrados a la vida política de la universidad.

El ingreso de las nuevas tecnologías en la enseñanza universitaria llegó para quedarse y modificar o resignificar viejas pautas y prácticas arraigadas. No viene a reemplazar a la universidad presencial sino que la enriquece y complementa, abriendo nuevos horizontes, ampliando y democratizando las posibilidades del acceso a la Educación Superior.


* Doctor en Ciencias Sociales y Vicerrector de la Universidad Nacional de Quilmes.