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Hacia la institucionalización de la Bimodalidad

Marta Mena

De reconocida trayectoria, Marta Mena reflexiona sobre la Bimodalidad en la Educación Superior. En ese sentido, hace hincapié en el desarrollo de estrategias de formación e integración institucional.

Explica la necesidad de trabajar en armonía entre la educación presencial y a distancia, para lo que considera fundamental capacitar a los docentes en las semejanzas y diferencias de los dos modelos, con recursos operativos abiertos e innovación en la producción de contenidos.


Es un gusto poder compartir algunas de mis reflexiones relacionadas con el tema que propone esta jornada: la Bimodalidad. En ese sentido, me centraré en el modelo, en lo que significa, en cómo está organizado y en cuáles son los principios de su organización. En la medida en que logremos definirlo claramente, vamos a poder transmitir lo mismo a las conducciones de la universidad y, fundamentalmente, a los organismos de evaluación y de acreditación, para que entiendan cuál es el rol de la Bimodalidad y cómo debe ser institucionalizada. Definir y explicar el modelo bimodal es fundamental para resolver algunos de los problemas que estamos enfrentando.

Debemos tener en claro que la Bimodalidad tiene que ver con la organización institucional; que funciona como modelo. Los modelos institucionales más importantes que existen para el desarrollo de la educación a distancia en todo el mundo, están relacionados con lo que son y con lo que fueron las universidades abiertas: instituciones nacionales diseñadas, generadas y creadas para enseñar sólo con la modalidad a distancia; son instituciones que se crearon, en términos generales, una por país, por decreto del Congreso Nacional. Esa es la fuerza que tiene la creación de este modelo.

El otro modelo es el bimodal, que se desarrolla en una universidad convencional, presencial, como cualquiera de las que tenemos en todos nuestros países, y que decide enseñar, también, a distancia. Para eso tiene que adquirir una configuración especial que permita en su interior el desarrollo armónico de ambas modalidades. Eso es, en esencia, lo que significa la Bimodalidad.

A nivel mundial, el avance de la educación a distancia ha llegado a tal punto que es necesario desarrollar el modelo bimodal. Se habla de él como una manera de extender mucho más los beneficios educativos en todas las regiones del mundo, sabiendo que las universidades abiertas no alcanzan a todos.

Todas las universidades están pensando en algún tipo de desarrollo a distancia. De modo que la Bimodalidad es un modelo poderoso pero no del que se hable demasiado; no es un modelo que se defina, se caracterice, se explique. Es un modelo que se desarrolla, que se lleva a cabo porque no hay otra posibilidad. El problema es cómo y con qué configuración.

¿Cuáles han sido los motivos del surgimiento y afianzamiento del modelo bimodal?

El modelo surge en la segunda mitad del siglo XX, en el marco de un movimiento de democratización del acceso a la Educación Superior. En ese momento se necesitaba, evidentemente, de instituciones capaces de desarrollar estructuras, programas, ofertas académicas más flexibles y al alcance de todos.

Otras causas del surgimiento las empiezan a desarrollar los gobiernos con políticas de inclusión. El desarrollo de políticas de inclusión implica, de alguna manera, tener quien las lleve a cabo desde lo educativo. Sin embargo, para que esto fuera posible, se debió superar el prejuicio académico. En el pasado, la universidad era la academia y la presencialidad. De ninguna manera se podía aprender si no era con la figura presente del profesor y en el recinto mágico del aula física. Superar esta concepción tiene que ver con nuestra capacidad de diseñar un modelo creíble que funcione. Para lograrlo, no sólo tenemos que estudiar; además habrá que negociar y dar batalla.

¿Qué desafíos tuvo el modelo bimodal en el pasado?

En principio, desarrollar estrategias de afirmación e integración institucional.

Si bien existen carreras presenciales y a distancia, la institucionalización total no se ha logrado aún. Un gran desafío, en ese sentido, es trabajar para la armonía de las dos culturas; trabajar en explicar en qué consiste. Por supuesto que hay que capacitar a los docentes en las semejanzas y diferencias de los dos modelos y de las dos modalidades, para facilitar el camino hacia la confluencia de ambas.

Hace unos años se decía que alguna de las modalidades iba a desaparecer. Sin embargo, esto no ha pasado. En cambio, van surgiendo nuevos modelos. Por ejemplo, el de enseñanza extendida donde, sin quitar la presencialidad, se introduce fuertemente el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación para la mediación, y extiende el aula física a un aula virtual; se trabaja mucho más y no se depende de los horarios que tienen cada una de las cátedras ni del aula física. Terminado el trabajo del aula física, se continúa en los entornos virtuales con la síntesis de lo que se desarrolló en la clase presencial; con nuevos materiales de ampliación, con trabajos que se encargan y foros de discusión.

¿Qué desafíos actuales tiene el modelo bimodal?

En nuestro contexto, los desafíos son parecidos a los que tiene la educación a distancia en general. Porque el único modelo que tenemos para desarrollar aquí es el bimodal, algo que casi todas nuestras universidades están intentando hacer.

También se presenta el desafío de los marcos regulatorios. Toda América Latina ha tenido problemas con las agencias de evaluación y acreditación que no han comprendido, en términos generales, lo que significa la modalidad a distancia y, mucho menos, el modelo bimodal. Los marcos regulatorios son esenciales para reflejar eso. En ese sentido, deberían no sólo marcar los límites de lo que se puede o no hacer sino, además, estimular su desarrollo, lo que implicaría dar mayores respuestas educativas y estar colaborando para la inclusión.

Otro de los desafíos es terminar con las institucionalizaciones incompletas y reconfigurarse completamente. Por ejemplo, en relación a la organización, se deben regular los equipos que trabajan en la modalidad a distancia. Existen cuestiones del estatus de los docentes de la modalidad a distancia que no están en condiciones igualitarias con los de la modalidad presencial. Hay excelentes docentes que podrían enriquecer la modalidad a distancia pero que no quieren verse perjudicados y perder toda su carrera docente al no tener posibilidad de hacer un sobre concurso. Lo mismo sucede con los tutores: si sienten que con el tiempo no pueden tener el mismo desarrollo en el sistema a distancia que en sistema presencial, posiblemente migren.

En relación con los estudiantes, en muchos lugares quienes estudian a distancia no tienen los mismos derechos que los presenciales.

En suma, todos estos temas son los desafíos que presenta el modelo bimodal para lograr institucionalizarse. Hay que tener en cuenta que, cuando una universidad convencional toma la decisión de incorporar a su oferta académica la modalidad a distancia, debe enfrentar no sólo una serie de cambios estructurales, tecnológicos y metodológicos para su desarrollo. Además, necesita realizar una reconfiguración de su modelo anterior para asegurar, así, una real integración de modalidades y no simplemente una visión tecnológica o metodológica.


* Es Directora del Programa de Formación Virtual de Investigadores en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), Argentina. Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Internacional de Educación Abierta y a Distancia. Miembro del Comité Científico de AIESAD. Directora de la Maestría en Docencia Universitaria, UTN. Consultora de organismos nacionales, regionales e Internacionales. Ha sido profesora de posgrado en la Universidad de Salamanca, España. Ex directora del Programa de Formación Virtual de Funcionarios Públicos. Ex directora del Programa a Distancia, Facultad de Ciencias Económicas, UBA. Ex directora del Diplomado de Formación Virtual en la Universidad Autónoma de Honduras.