El diseño con tipografías tiene como finalidad crear un texto visualmente legible y esa meta se logra aplicando ciertas reglas más o menos consensuadas entre los expertos.
Algunas reglas de legibilidad
1. Elegir la tipografía adecuada según el contenido que debamos diseñar y sus destinatarios: la fuente óptima no será la misma para un público infantil que para uno adulto; para reproducirse en pantalla o impresa; para un título acotado que para párrafos extensos, para redactar un poema o un prospecto farmacéutico, etcétera. Para textos extensos como los que suelen caracterizar a los materiales de educación superior, se aconsejan fuentes de caracteres bien proporcionados, regulares y si utiliza serifas, que éstas tengan remates clásicos y armoniosos.
Hasta hace muy poco tiempo se recomendaba el uso de caracteres con serifa para soportes impresos. Estos pequeños trazos en las terminaciones de los caracteres unen visualmente a las letras contiguas proporcionando una continuidad armoniosa, mantienen mejor la distancia entre letras y permiten identificar mejor los detalles de la zona fisonómica de los caracteres que las fuentes de palo seco, ya que sus signos se parecen más entre sí y por lo tanto resultan menos legibles.
Lo cierto es que los resultados de varios estudios recientes están demostrando que la diferencia de legibilidad entre fuentes romanas y de palo seco es mínima, y que en cada categoría hay fuentes de muy buena y muy mala legibilidad. En cambio, existe mayor consenso en afirmar que para la lectura en pantalla son más eficientes los caracteres sin serifa: por la simplicidad de sus formas se adaptan mejor a la estructura cuadrada de los píxeles y resultan más veloces de leer. Las serifas pierden la fluidez y sutileza de sus trazos debido a la pixelización y hacen más lenta la lectura.
2. La letra redonda o regular mantiene las formas más abiertas y proporcionadas y en la mayoría de los casos es más legible que todas sus variantes: más que las cursivas, negritas, versales, condensadas, expandidas, etcétera.
3. Un error frecuente consiste en suponer que facilitaremos la legibilidad si presentamos el texto con mayor tamaño. La altura de la letra es uno de los parámetros más relativos en tipografía, ya que su eficacia está condicionada por otras variantes de composición tipográfica, como la elección de la fuente, la separación entre sus caracteres, la longitud de la línea y fundamentalmente, el interlineado que nunca deberá ser menor al 120% del tamaño de la fuente.
La armonía entre todos estos factores logra una visualización más fluida en la lectura que se percibe espontáneamente; basta modificar alguno de esos factores para notar la diferencia. Por ejemplo, un párrafo escrito con Verdana 12 pero con poco interlineado y renglones muy extensos resulta menos legible que uno escrito con Verdana 10 y la interlinea y longitud de renglones apropiadas.
4. No olvidar que la zona fisonómica de las letras es mucho más distinguible en los caracteres en minúsculas. En las mayúsculas todos los caracteres están alineados a la misma altura: esa homogeneidad no favorece la distinción de los tipos.
5. Recordar la importancia de mantener una longitud de línea acotada entre los 55 y 95 caracteres por renglón como mínimo y máximo respectivamente.
6. En párrafos extensos, evitar el uso de fuentes de fantasía y las que son demasiado estilizadas o irregulares (caligráficas). Al igual que las mayúsculas, resultan menos legibles.
7. Usar colores contrastados entre fondo y figura; la mejor legibilidad se produce con tipos negros sobre fondo blanco.