"De lo que no se puede hablar, mejor es callar"
Ludwig Wittgenstein
Habitualmente, se le niega al silencio la importancia de su valor comunicativo y, sin embargo, es un elemento fundamental del lenguaje sonoro; sin él, la construcción de sentido sería prácticamente imposible. En la música, diferencia los distintos fragmentos compositivos y se intercala entre las cadencias de un fraseo y otro. El lenguaje humano no tendría significado si las palabras no fueran pronunciadas entre intervalos de silencios. El silencio es una forma no sonora y se transforma en un signo (Arraya, 2004).
Recientes investigaciones han descubierto de qué modo el cerebro “escucha” el sonido del silencio producido entre una palabra y otra. Michael Wehr, autor de la investigación realizada en la Universidad de Oregón, descubrió que el cerebro no emplea el mismo canal neuronal para procesar el inicio y el final de los sonidos en el proceso de audición del discurso oral, sino que se emplean dos canales de sinapsis (conexiones neuronales) distintos e independientes entre sí para procesar la percepción del comienzo y de la finalización de los sonidos emitidos por la voz.
Este importante hallazgo permitirá mejorar las terapias para personas con deficiencia auditiva y desarrollar dispositivos que permitan una audición más eficiente, además de explicar el modo en que conocemos el límite entre las palabras.
Imaginemos una página de periódico en la que no existan espacios en blanco ni separación alguna entre párrafos, titulares, imágenes y anuncios o entre una noticia y otra. La experiencia de lectura sería tortuosa, sino imposible. Los silencios son comparables a los espacios en blanco del lenguaje visual y por lo tanto tienen una función semántica.