El uso de imágenes en materiales didácticos -ya sean impresos o digitales- heredan la tradición de libros ilustrados: reproducen un tipo de saber enciclopédico en los que, a grandes rasgos, se diferencian dos clases de imágenes: las que se han creado expresamente para explicar alguna idea o concepto, y aquellas que fueron creadas para cualquier otro fin, pero que el autor re-contextualiza para ilustrar algún pasaje del contenido textual. Según esta dicotomía, puede hablarse de una distinción entre las imágenes didácticas "per se" y las imágenes didácticas "per accident", como menciona Prendes Espinosa (1995).
Exceptuando aquellos casos en los que las imágenes tienen movimiento, incluyen hipervínculos, o forman parte de una estructura interactiva más compleja; las distintas formas estáticas de representación gráfica que aparecen en los materiales actuales no tienen funciones didácticas muy diferentes de las que vienen ejerciendo en los manuales y libros de textos desde el comienzo de la modernidad. El análisis temático de distintas investigaciones revela diferentes formas de considerar ese potencial didáctico de las imágenes; según Colás Bravo (1989), las más relevantes son:
- Respecto de las características y atributos formales de las imágenes: se estudia cómo repercuten en el aprendizaje las distintas características de la representación de las imágenes (color, realismo, tamaño, grado de expresividad, estética, etcétera)
- Respecto del contenido: el contenido de información de las ilustraciones ha sido estudiado desde una perspectiva descriptiva; se analiza y especifica el tipo de información que contienen las imágenes con el objetivo de detectar el modo de presentación más efectivo.
- Respecto de las funciones instructivas: consiste en el enfoque funcional. Es el más predominante y el que tiene implicaciones más inmediatas en el diseño instruccional.
A partir de estos enfoques, la autora recaba las aportaciones de varios teóricos que desde la didáctica se interesan por el potencial instruccional de las imágenes, ya sea a partir de las consideraciones respecto del contenido o bien, respecto de sus funciones instructivas, dejando al ámbito de la semiótica y las ciencias de la comunicación el estudio del potencial que podría derivarse desde las características formales de las imágenes.