El lenguaje audiovisual tiene poco más de un siglo de historia. En términos artísticos y comunicacionales se podría decir que todavía está naciendo y, sin embargo, es sorprendente comprobar cómo ha evolucionado en tan poco tiempo. Para advertir ese desarrollo vertiginoso basta comparar la estética de cualquier remake actual con la apariencia de la película que le dio origen, o la ingenuidad de los primeros video-clips emitidos por la cadena Mtv hace un par de décadas, contrastado con la complejidad de las producciones que se difunden hoy día.
El perfeccionamiento de la técnica y los nuevos dispositivos provocan un asombro continuo. Sin embargo, si la innovación es puramente tecnológica, ese efecto se desvanece pronto. Lo verdaderamente difícil no es atraer la atención de los espectadores con efectos visuales y sonoros de última generación, sino sostener a través del tiempo la expectativa creada, inventando formas novedosas de narrar, de crear dramatismo, tensión, interés, de disparar la imaginación y de ilusionar.
Muy pocas producciones actuales perdurarán en la memoria y en la pantalla como lo han hecho por ejemplo, las películas de Charles Chaplin o las de Georges Méliès, realizadas en los inicios del siglo pasado. Tal vez convenga dejarse entusiasmar por esa suerte de espíritu pionero que había entre los realizadores de esa época, en la que todo estaba por hacerse y era difícil prever el desarrollo de un lenguaje audiovisual tal como lo conocemos ahora. Salvando las distancias, no contamos con mayores certezas que nuestros antecesores respecto al futuro de las tecnologías vigentes.
Esta clase propone el desafío de seguir indagando en las posibilidades de las nuevas formas de expresión, porque en ellas hay un potencial que aún no se ha explotado lo suficiente. La mayoría de los ejemplos que aquí brindamos quedarán fuera de circulación en muy poco tiempo, sustituidos por el video interactivo y la realidad aumentada. ¿Cómo serán esos nuevos modos que vengan a reemplazarlos? ¿Qué propiedades deberían tener esas herramientas didácticas que supuestamente mejorarán la calidad educativa? ¿En qué consiste desarrollar esa actitud crítica de la que hablábamos en la introducción? ¿Cómo propiciar esta postura frente a los medios entre nuestros estudiantes?
Si continuamos experimentando y conociendo íntimamente las características de cada uno de los códigos del lenguaje y sus infinitos modos de articulación, encontraremos seguramente muchas respuestas, o al menos nuevas incertidumbres.