A pesar de que la letra regular es más legible que todas sus variantes, muchas veces necesitamos romper con la monotonía del estilo, o destacar una palabra de un modo especial, y en esos casos apelamos a las variaciones:
Cursiva: debido a la idea de dinamismo que proyectan las formas oblicuas, la cursiva se suele utilizar para dar énfasis a una parte de texto o para señalar una cita, el nombre de una obra o términos en otros idiomas. Para lectura en pantalla no conviene poner párrafos enteros en cursiva ya que la inclinación oblicua del eje vertical y la forma de los remates no se adapta bien a la retícula de los píxeles.
Negrita: establece puntos de atención en la página, por consiguiente logra que el lector encuentre fácilmente una palabra o frase especial en medio del los párrafos. Aunque en pantalla no presenta las deficiencias de las cursivas, conviene utilizar con economía esta variación porque puede saturar la atención del lector.
Negrita cursiva: suma las características de las negritas (llamado de atención) a las de las cursivas (idea de dinamismo). Se usa cuando ya se agotaron las diferencias de estilos creados con cursivas y negritas. Por ejemplo, si existen muchos niveles taxonómicos en los títulos.
Versales y versalitas : se aplica a formatos especiales, tales como apellidos en bibliografía o siglas. En soportes impresos mejora el ritmo de lectura cuando es inevitable el uso de mayúsculas. Se desaconseja su uso para la lectura en pantalla, especialmente en el diseño de páginas web, debido a que los navegadores no logran una reproducción nítida y legible de esta variación.
MAYÚSCULAS: es altamente recomendable no utilizar las mayúsculas para enfatizar bloques de texto en una página. Resultan poco legibles e interrumpen el ritmo de lectura. Suelen usarse en títulos muy breves o en palabras incluidas en los gráficos.