La digitalización de la señal de video se realiza mediante procesos muy similares a los estudiados para el caso del sonido: se convierte una señal analógica (y por lo tanto continua) en una señal digital asignando una determinada cantidad de bits para codificar a cada uno de los píxeles. Mediante esta técnica se compone un mosaico de píxeles para cada fotograma que contiene a una imagen estática aislada de las demás, pero contiguas en el tiempo.
El video también tiene una frecuencia de muestreo, pero en este caso se mide por la cantidad de cuadros por segundo (también llamados fotogramas o frames). Para que se produzca esa ilusión de movimiento al reproducir una serie de imágenes estáticas, la cantidad mínima de fotogramas debe ser de 12 frames por segundo (fps). Lo óptimo es usar entre 24 y 30 fps y algunas animaciones en 3D utilizan hasta 60 fps.